¿Por qué usamos cábalas?
Llevar un amuleto de la “suerte”, una cinta roja “contra la envidia”, ponerse siempre la misma camiseta para que gane un equipo de fútbol, cruzar los dedos al esperar el anuncio de un resultado… ¿De dónde viene esta forma de proceder?
Vestir la misma ropa, ¿Puede provocar
el triunfo de un equipo?
Una pulsera roja, comprada, ¿Puede detener la envida de una persona?
Cruzar los dedos ¿Puede provocar
el resultado que deseo?
La respuesta en cada caso es: NO.
Y sin embargo, en mayor o menor medida todos utilizamos cábalas. Me pregunto
por qué lo hacemos.
En lo personal creo que estos
comportamientos son resabios que han dejado nuestra manera infantil de pensar
la causalidad.
En un primer momento, los niños comprenden
el mundo desde una posición muy egocéntrica. A tal punto, que consideran
que son siempre sus propias acciones las que causan los movimientos de los
objetos que lo rodean. No pueden concebir aun la posibilidad de que
un objeto actúe causalmente sobre otro en forma independiente a su propia
acción.
Pensemos en la siguiente escena:
una madre colocando vajilla en el escurridor y un nene mirando lo que ocurre
desde su cuna. El niño toca la baranda de la misma y ve que su madre transporta
un plato desde la pileta hasta el escurridor. Vuelve a tocar la baranda y observa
que la acción se repite. El pequeño llegará a la conclusión de lo que provoca que
su mamá lleve los platos desde la p ileta hasta el escurridor es su propia acción
de tocar la baranda.
Acá vemos cómo cualquier cosa (ejemplo:
tocar la baranda de la cuna) puede producir, según las reacciones previamente
observadas, cualquier otra cosa (ejemplo: movimiento del plato). Por eso Piaget
llama a esta causalidad fenomenista.
Por otra parte, el niño no tiene
en consideración los contactos espaciales, es decir no tiene en cuenta que no
ha sido él quien ha tocado físicamente el plato. Por este motivo el autor
utiliza el concepto: mágico. Parece como si el infante lo
hubiera hecho por “arte de magia”!
Esto mismo ocurre con las cábalas en el mundo
adulto. Si esperé el anuncio de una nota de parcial sosteniendo en mi mano una cadenita y me
enteré que aprobé, probablemente, la próxima vez que tenga que escuchar la nota
de un examen reitere ese comportamiento, esperando que también se repita el mismo
resultado. Aquí podemos apreciar como una cosa: “sostener una cadenita” pudo
producir cualquier otra “aprobar el exámen” (fenomenista). Esto
ocurrió a partir de mi acción sin considerar los contactos espaciales, es decir
sin que haya una relación directa entre la cadena y la corrección de la
evaluación (mágico).
Racionalmente podemos comprender
que la cábala no tiene influencia alguna en el resultado de los acontecimientos.
Sin embargo siguen siendo un recurso a la hora de afrontar momentos complicados,
difíciles o terribles. Tal vez, su uso demuestra que no
queremos despojarnos completamente de
aquella posición egocéntrica infantil. Tal vez nos guste aferrarnos a la
ilusión de que con esta forma de actuar podemos tener cierto control en el desencadenamiento
de los sucesos. Tal vez esta es una muestra más de que todos llevamos un niño
dentro.
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