¿Es cuestión de suerte?



A mi entender, solemos adjudicar a la buena fortuna muchos más fenómenos de los que realmente le pertenecen. Esto nos permite “abrochar” una razón a lo sucedido y archivar el caso.   

A mi entender la “suerte” nos sirve para tapar de manera fácil y rápida, el no saber.

La pregunta ¿Por qué a él/ella sí y a mí no? Inquieta... A veces, incluso angustia. Responder: “Porque tuvo suerte” nos permite cerrar relativamente el asunto y ponernos a pensar en otra cosa.

 Pero no vayamos tan rápido, pues “la supuesta buena fortuna” invisibiliza muchos otros aspectos en juego…

Por ejemplo, si alguien queda seleccionado en un casting decimos “¡Qué suerte tuvo!”… Y tal vez, pasamos por alto el hecho de que esa persona asistió a decenas de pruebas antes de ser elegida. ¿Fue suerte o perseverancia la que la llevó a ganarse tal o cual papel en una obra? Ya no estamos tan seguros ¿no?

Frente a alguien que consiguió un trabajo por un contacto…  Otra vez: "¡Qué suerte!" Sin embargo, puede que no tengamos en cuenta que esa persona fue muy buena compañera, fomentó buenas relaciones sociales en el ambiente laboral y eso llevó a que luego alguien pensara en ella. ¿Fue suerte o cosechó su siembra?

Si otorgar a la fortuna un papel protagónico acota nuestra percepción de los hechos, ¿Por qué la utilizamos tan a menudo? 

Les propongo una explicación posible…

Creer que para conseguir ciertas cosas, hay que estar en el lugar justo y en el momento indicado, nos quita una GRAN responsabilidad de encima. Esto se debe a que llegar a la meta no dependería tanto de lo que hagamos sino de un fenómeno que está más allá de nosotros. Esto nos permitiría relajarnos, reducir nuestro esfuerzo, justificar nuestros tropiezos y desconocer el verdadero crédito que los demás tienen por haberlo logrado: “Ellos no hicieron demasiado para alcanzarlo, sólo tuvieron suerte”

Podemos ver que esta posición es relativamente cómoda… Y de hecho hay quienes toda su vida justifican de esa manera sus yerros… Pero déjenme decirles que para mí es una posición que nos vuelve impotentes.

¿Qué nos quedaría a nosotros si todo estuviera librado a la azarosa suerte? Pocas cosas tendrían sentido…

Acaso las grandes figuras de todos los tiempos  ¿No fueron consagradas por mérito propio?

Debemos admitir que no hay una relación estrictamente lineal entre todo lo que invertimos de nuestra parte y los resultados que obtenemos. En el medio, distintas variables fuera de nuestro alcance juegan su papel, propiciando o dificultando el logro de determinado objetivo.

Sin embargo, es ingenuo pensar que la vida se sustenta en pequeños y grandes golpes de suerte. A mi entender está fuertemente determinada por las elecciones que hacemos a cada paso.

Por eso recomiendo hacer uso pero no abuso del concepto de buena fortuna. 


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